ÉRASE UNA VEZ EN MONTPELLIER ...
La
mejor de las sonrisas y un cálido abrazo fue el recibimiento que nos
brindó nuestra colega francesa, Véronique, al llegar a la estación
de Montpellier. Una ciudad mediterránea, dinámica y de espíritu
muy joven nos acogería, durante cinco días, bajo un clima otoñal y
un ambiente pre-navideño.
Descubrimos
el centro de la ciudad de la mano de algunos profesores y alumnos
franceses que habían organizado un jeu de pistes
para todos nosotros.
De
los cinco días que permanecimos en Montpellier, dos días los
dedicamos a conocer algunos de los rincones más pintorescos de la
región: le Pont
du Diable, Saint-Guilhem-le Désert, la
Grotte de Clamouse, Aigues Mortes ou
la Cathédrale
Saint-Pierre de Maguelone.
También
tuvimos la oportunidad de ver una de las múltiples manadas de toros
que existen en inmensas propiedades de ganaderos de la región de
Camargue.
A pesar del frío y la lluvia, que nos acompañó durante toda la
mañana, conocimos el porqué de la existencia de aquellas
ganaderías. No tenían nada que ver con los toros de lidia españoles
ya que algunos de aquellos toros serían, junto a los razeteurs,
los protagonistas de un
espectáculo donde el objetivo no era matar al toro y salir
triunfante de la plaza, como ocurre en España. Los razeteurs
deben retirar, con ayuda
de una especie de gancho, unas borlas que los toros llevan atadas en
los cuernos y una insignia que llevan en la frente. Será, pues, una
lucha entre el toro y el razeteur
pero sin sangre. ¡Curiosa tradición!
Ese
mismo día degustamos un rico estofado de toro, la típica gardiane
de taureau, en medio de
un divertido brouhaha
plurilingüe.
En
el collège
anfitrión, también nos esperaba, al día siguiente, un ameno
festival: interpretación de cuentos en varios idiomas, exhibición
de gimnasia rítmica y de acro-gym y un “numerito” interpretado
por un alumno francés, participante de nuestro proyecto Comenius,
que hizo las delicias de todos los allí presentes. No nos podíamos
imaginar que un jovencito
de la era del Ipad, Ipod, Iphone … interpretara la canción “Pauvre
diable” de Julio
Iglesias. ¡Bravo Jonathan! ¡Lo conseguiste! A partir de aquel día,
cualquier momento fue bueno para tararear tu canción.
Bueno, amigos, creo que no me queda
más que agradecer, a todos, la fabulosa acogida que nos brindasteis
y que, sin duda, dejará huella en nuestra memoria.
¡Hasta
la próxima! ¡À la prochaine! ¡Ci vediamo! ¡Até outra vez! ¡See
you later!
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