dimecres, 17 de desembre del 2014

ÉRASE UNA VEZ EN MONTPELLIER ...

La mejor de las sonrisas y un cálido abrazo fue el recibimiento que nos brindó nuestra colega francesa, Véronique, al llegar a la estación de Montpellier. Una ciudad mediterránea, dinámica y de espíritu muy joven nos acogería, durante cinco días, bajo un clima otoñal y un ambiente pre-navideño.
Descubrimos el centro de la ciudad de la mano de algunos profesores y alumnos franceses que habían organizado un jeu de pistes para todos nosotros.
De los cinco días que permanecimos en Montpellier, dos días los dedicamos a conocer algunos de los rincones más pintorescos de la región: le Pont du Diable, Saint-Guilhem-le Désert, la Grotte de Clamouse, Aigues Mortes ou la Cathédrale Saint-Pierre de Maguelone.
También tuvimos la oportunidad de ver una de las múltiples manadas de toros que existen en inmensas propiedades de ganaderos de la región de Camargue. A pesar del frío y la lluvia, que nos acompañó durante toda la mañana, conocimos el porqué de la existencia de aquellas ganaderías. No tenían nada que ver con los toros de lidia españoles ya que algunos de aquellos toros serían, junto a los razeteurs, los protagonistas de un espectáculo donde el objetivo no era matar al toro y salir triunfante de la plaza, como ocurre en España. Los razeteurs deben retirar, con ayuda de una especie de gancho, unas borlas que los toros llevan atadas en los cuernos y una insignia que llevan en la frente. Será, pues, una lucha entre el toro y el razeteur pero sin sangre. ¡Curiosa tradición!
Ese mismo día degustamos un rico estofado de toro, la típica gardiane de taureau, en medio de un divertido brouhaha plurilingüe.
En el collège anfitrión, también nos esperaba, al día siguiente, un ameno festival: interpretación de cuentos en varios idiomas, exhibición de gimnasia rítmica y de acro-gym y un “numerito” interpretado por un alumno francés, participante de nuestro proyecto Comenius, que hizo las delicias de todos los allí presentes. No nos podíamos imaginar que un jovencito de la era del Ipad, Ipod, Iphone … interpretara la canción “Pauvre diable” de Julio Iglesias. ¡Bravo Jonathan! ¡Lo conseguiste! A partir de aquel día, cualquier momento fue bueno para tararear tu canción.

Bueno, amigos, creo que no me queda más que agradecer, a todos, la fabulosa acogida que nos brindasteis y que, sin duda, dejará huella en nuestra memoria.

¡Hasta la próxima! ¡À la prochaine! ¡Ci vediamo! ¡Até outra vez! ¡See you later!

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